Conveniencia vs control

Si hace tiempo uno de los lemas de Apple con el App Store era «There’s an app for that!», indicando que para cualquier cosa que necesitaras hacer, encontrarías una app específica para hacerlo, hace tiempo que podríamos ampliar ese lema con «…and probably there’s a service too». Y es que en la época del «X as a service» tenemos más opciones que nunca para hacer las cosas. Y si bien hoy la franja entre lo que es un servicio y lo que no lo es está en continuo debate muy unido a lo difícil que es tener una fuente regular de ingresos cuando se es desarrollador, hay más empresas que nunca tratando de solucionar nuestras vidas a golpe de servicios con una pata en el mundo digital, o las cuatro patas.

En los servicios que son puramente digitales, cuando analizo lo que quiero resolver y las opciones que tengo, siempre valoro las opciones en base a dos características principales: conveniencia y control. Generalmente podemos decir que la tendencia en los últimos años ha sido la de ceder control para ganar conveniencia. Lo cual tiene sentido en tanto en cuanto los usuarios de estos servicios conseguimos hacer algo que deseamos de forma más cómoda a cambio de no tener el control de los elementos relacionados con ese algo.

Uno de los ejemplos más clásicos es el correo electrónico. Su evolución desde principios de los 2000 es muy representativa. Y es que antes, teníamos el protocolo POP, con el cual se establecía una vía de entrega. El email llegaba al servidor, y el cliente de correo, mediante el protocolo POP, hacía la llamada al servidor y se descargaba el email. Después, éste era borrado del servidor. El usuario tenía pues el control del archivo de email y podía hacer diversas acciones sobre él. Organizarlo, archivarlo, hacer backup, o borrarlo para siempre. Todos esos cambios permanecían en local.
Con la llegada del IMAP, se estableció un protocolo de sincronización con el servidor. Así, al descargarse el archivo no sólo no se borraba del servidor, si no que además, todos los cambios que se hacían en local, se sincronizaban con la nube y viceversa. Era conveniente, pero tenía una limitación muy grande, ya que el almacenamiento ofrecido por los servicios de correo IMAP era muy limitado. Obligaba mantener un fuerte control, y en muchos casos seguir archivando los emails viejos en una carpeta del disco duro. Cuando llegó Gmail, todo cambió. Su lema era «no borres nada». Con 2 Gigabytes de la época, podías almacenar todo el correo que necesitaras y efectivamente, no preocuparte de limpiar los correos que no desearas mantener. Hay que recordar que antes de Gmail, lo normal eran unos 200 Megabytes de almacenamiento. Con Gmail se impulsó definitivamente el trasvase a la web de cosas que se hacían en local.

Gmail siempre ha sido un servicio gratuito, financiado total o parcialmente mediante el escaneo de los emails por robots que usaban los datos para mostrar publicidad relevante en cada email. Para poder mostrar esas publicidad, Google necesita que se consulte el correo en su web, por lo que el servicio fue pensado desde el principio para que usarse en un navegador. El acceso por IMAP, aunque Gmail siempre ha sido compatible en teoría, en la práctica siempre ha dado problemas por cómo funciona el correo de Google, que sustituye las carpetas por etiquetas. Esto generaba emails duplicados y ha sido solucionado mediante apaños en el software de los clientes para que traten de forma especial las cuentas de Gmail, lo que no evita que haya seguido habiendo fallos a lo largo de los años. Actualmente, la evolución del servicio con los filtros inteligentes y las categorías automáticas han marcado más aún la diferencia de funcionalidad entre la web e IMAP, que si bien se puede igualar mediante la creación de filtros especiales, es algo que sólo está al alcance de usuarios avanzados.

Además de las ventajas de usar la web por encima de un cliente de correo, y de la evidente pérdida de privacidad que implica almacenar datos personales en servidores de empresas internacionales -y que pese a que recientemente Google haya decidido parar de analizar los correos temporalmente, siempre hay que tener en cuenta las implicaciones- la pérdida de control en este caso significa que si por algún motivo Google bloquea tu cuenta, pierdes el acceso a todos tus correos. Esto en sí mismo, si bien es poco probable, puede tener mayor o menor importancia para cada persona.

El ejemplo de Gmail es muy similar al de cualquier servicio que cualquiera se plantee usar hoy en día. Siempre existe el dilema entre local vs remoto, privacidad vs acceso. A estos factores hay que sumar otros, y es que estos años, los servicios de pago por suscripción proliferan, y añadir un coste recurrente es otro factor a considerar. Otro factor asociado a la pérdida de control, es la facilidad con la que uno puede dejar de usar un servicio y pasarse a otro llevándose todos los datos. Es reconfortante saber que hay empresas que hoy son consideradas con esto, como Bear, que para mantener la compatibilidad y portabilidad de sus datos, trabaja internamente con las notas de su app en un derivado de texto plano y permite exportar las notas manteniendo la integridad del formato y los archivos adjuntos, aunque no es lo usual.

Y por supuesto, también está el factor de cómo de resistente a fallos es un sistema determinado, desde la pérdida de información personal al acceso indebido de terceros, como en los recientes hackeos de Yahoo.

No siempre nos encontramos con todas estas características enfrentadas. A veces son sólo algunas. Nos podemos encontrar con casos en que la privacidad no es un problema pero que en caso de fallo podemos perder todos los datos. En otros casos el problema es que entramos en un servicio de suscripción del que es más difícil irse cuanto más se usa (el famoso lock-in). En cualquier caso, más control suele implicar menos conveniencia, más privacidad, y más resistencia a fallos.

Otro ejemplo de este dilema es este blog que actualizo tan poco. Ha pasado por tantos sitios que me costaría recordarlos todos, pero así a bote pronto, tras abandonar Blogspot para empezar de cero hace al menos una década, pasó por Virb, Squarespace, WordPress, Tumblr, y a ratos es un HTML estático mediante Hugo (gracias @eduo por el tip). También hay motivos ideológicos aquí, lo admito. En la era de las webs que son más recargadas que nunca, el HTML sencillo es una declaración de principios. Pero también lo es elegir Fastmail sobre Gmail.

Es indudable que el desfile de hogares que ha tenido el blog representa las luchas internas que generan estos dilemas, y un discurrir continuo entre las ventajas e inconvenientes de cada opción. En mi caso particular, siempre ando replanteándome mi vida digital en torno a el correo electrónico -que a pesar de que cada vez se usa menos, tiene un valor simbólico enorme-, la toma de notas, el almacenamiento de imágenes, y el mantenimiento de una bitácora personal. Y aunque soy consciente de que la mayoría de la gente sólo quiere que su vida sea más fácil y no comerse la cabeza, creo que ahora más que nunca es importante ser consciente de estos factores para tomar decisiones en una época donde parece más difícil que nunca hacerlo.