El otro día fui al cine. Nada remarcable. Como a casi todo el mundo, de vez en cuando me gusta ir. El caso es que el otro día me surgió la duda de si los gastos de gestión que se suelen cobrar cuando compras entradas online, los pagamos íntegramente los usuarios o si se divide el coste también con el cine/sala/productora/etc., ya que las empresas intermediarias como entradas.com también les dan servicio a ellos y no solo a los asistentes, gestionando las ventas, y además con servicios de promoción, etc.
Hoy trasladé esta pregunta abierta en twitter y tuve la suerte de que en la conversación alguien mencionó a María Fanjul, CEO de la propia entradas.com, que tan amablemente ha despejado mis dudas.
La conclusión a la que llego es que como sospechaba, en demasiadas ocasiones nos encontramos una situación injusta en que las empresas no incluyen los gastos de gestión como propios dentro de la actividad, si no que los cargan al final como extras de forma que recae como gasto aparte en el usuario. Porque queda muy bien decir que la entrada del cine vale 9,20€ como es el caso ahora, y al final meter 0,90€ extras de gastos de gestión y hacer como si nada. Lo mismo suele pasar con las entradas a los conciertos donde además los gastos de gestión suelen ser mayores aparentemente de forma proporcional al precio de la entrada. Es igual de engañoso que mostrar los precios sin I.V.A. y no advertirlo claramente ni poner cual es el precio final hasta que no se va a pagar. Peor aún, ya que los gastos de gestión abarcan muchas cosas que de ningún modo debería cubrir el usuario pagando un extra sobre el precio normal de la entrada.
Para colmo, tal y como dice María, a veces estos gastos de gestión se inflan para que la empresa consiga un dinero extra, quedándose con esa parte de los gastos de gestión que se ha añadido, y luego señalando a la empresa intermediaria en caso de quejas. Esto, puntualiza María, sucede sobre todo con promotoras y eventos, y no en venta de entradas de cine. En cualquier caso, es tremendo.
Al final, todo esto es otro ejemplo de mala ética de las empresas españolas. El típico caso en el que como muchos lo hacen, todos lo consienten, y los usuarios casi no nos damos ni cuenta, o en mi caso nos damos cuenta pero no podemos saber cuál es exactamente el problema. No puedo estar más de acuerdo con lo que dice María: las entradas deberían valer lo mismo tanto en taquilla como online, y si acaso, la empresa debería cubrir con los costes del servicio y hacerlos invisibles para el usuario.